Es una tradición de cambiar el vestido que la imagen lleva bajo el manto de oro, cada año el Cura Párroco le quita cuidadosamente todos los adornos que la embellece y la exhibe como aparición en 1635. Luego le coloca un vestido nuevo y lo vuelve a donar. Los vestidos son elaborados por costureras expertas y desconocidas que pagan con esta labor algún favor de la Virgen.
La Virgen que apareció hace muchos años es muy diferente a la actual, actualmente y con el pasar del tiempo, los fieles en un afán de agradecimiento la han colmado de joyas hechas de oro, plata y piedras preciosas; se han encargado a orfebres especiales. Se destaca el manto, la corona, el resplandor, el ángel postrado y el pedestal; todo esto es un valioso tesoro, sin embargo el mayor es el original, la imagen de piedra es el máximo y más grande tesoro.
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